Escrito por Camila Rosero y Juan Esteban Tandazo
En un apartamento minúsculo, iluminado solo por el resplandor azul de las pantallas, vive Leo.
Son las 7:15 am, Leo se despierta y da un primer clic en el botón de apagado de la alarma de su smartwatch. El segundo, en su móvil, en un titular de Twitter que le atrapa camino al baño. Luego, mientras se prepara un café, ya ha hecho otros cuatro clics: uno en una noticia en su tablet, otro desde su laptop en una promoción de sus zapatos favoritos en Instagram, y dos más en su correo.
Millones de clics y por lo menos cuatro dispositivos distintos. Cada pantalla era una ventana a un mundo: en una compraba criptomonedas, en otra sonaba su música favorita desde Spotify, y en la tercera transmitía en directo para miles en Twitch.
Leo medía su éxito en métricas. En Google Analytics, veía con orgullo cómo el enlace a su stream alcanzaba un CTR del 6%, un imán para sponsors. En SimilarWeb, comprobaba que sus viewers pasaban 3 minutos en su canal, un dato que le valía contratos de publicidad.
Así como Leo, para los medios que él visita, su actividad se traduce en la famosa tasa de clics que mide cuántas veces alguien, como Leo, ve un enlace y decide hacer clic. Si esa tasa sube, es porque titulares, botones o anuncios están funcionando. Si baja, es que hay que repensar el contenido.
Además, no solo importa cuántas veces hace clic Leo, sino desde dónde llega. A veces es un tuit viral, otras una búsqueda en Google, o directamente un anuncio en Instagram. Por eso, medir las fuentes de Tráfico es clave. Saber si Leo vino desde redes sociales, desde un buscador o desde un link directo ayuda a los equipos de SEO y marketing a saber dónde poner la energía y la inversión.
Al mediodía, Leo sigue navegando, desde la tablet mientras come, desde la laptop en el trabajo, desde su smartwatch para controlar su agenda. Cada pantalla es otra oportunidad de generar clics. Otra fuente de tráfico. Otro dato para analizar.
Leo es un viajero entre mundos digitales. Mientras salta de una pantalla a otra, de una app a otra, va dejando huellas que cuentan qué le interesa, qué lo atrapa, qué lo aburre.
Para las marcas, entender a Leo no es solo cuestión de números, sino de saber estar donde está, hablar su idioma y respetar su ritmo. Porque en un mundo multipantalla, no gana quien más grita, sino quien mejor acompaña.
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